domingo, 22 de junio de 2008

Solsticio de verano


El 21 de junio se celebra en el hemisferio norte, el día más largo del año. Definitivamente no es un día como los demás, la naturaleza, el hombre y las estrellas se disponen a celebrar una fiesta, cargada de gran poder y magia. Hadas y deidades de la naturaleza andan sueltos, día que los antiguos agricultores celebravan las cosechas y posteriormente se divertían.

También es el momento justo para pedir por la fecundidad de la tierra y de los mismos hombres; además se debe comenzar a almacenar alimentos para pasar el otoño y el invierno.

La celebración del solsticio de verano, es tan antigua como la misma humanidad. En un principio se creía que el sol no volvería a su esplendor total, pues después de esta fecha, los días era cada vez más cortos. Por esta razón, fogatas y ritos de fuego de toda clase se iniciaban en la víspera del pleno verano, o 20 de junio, para simbolizar el poder del sol y ayudarle a renovar su energía.
En tiempos posteriores se encendían fogatas en las cimas de la montañas, a lo largo de los riachuelos, en la mitad de las calles y al frente de las casas. Se organizaban procesiones con antorchas y se echaban a rodar ruedas ardiendo colinas abajo y a través de los campos.

También era el día que muchas puertas se abrian, era una noche donde el contacto con lo paranormal era normal, brujos.

En la antigua grecia se le daban tributos al dios Apolo mientras que en Roma le daban los tributos a Minerva.

Era tradición saltar tres veces por encima del fuego para purificarse e impedir la entrada de malos espíritus, ya que como a partir del 21 junio, los días son más cortos se pensaban que no volvería a salir el Sol y así le daban fuerza.

La iglesia fue muy lista y se apropió la fiesta para celebrar el santo de San Juan bautista.

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