jueves, 6 de marzo de 2008

La niña de Rajoy o la de Obama.

Antes de Rajoy y de Obama, otros políticos internacionales como los ahora presidentes de Argentina y México, Cristina Fernández y Felipe Calderón, respectivamente, utilizaron el mismo recurso.
Estos dos candidatos han copiado este discuros, por un motivo, enternecer al electorado, pero claro, hay un par de problemas.
Rajoy, hablar de una niña, si nunca ha estado interesado por los niños, lo de su partido es ser amigo de grandes empresarios, para hacerlos enriquezer más aún, no le ha preocupado nunca los niños, ni si quiera cuando fue ministro de educación, una de las etapas más oscuras de nuestro país.
Luego, Rajoy, este recurso de hablar de una niña imaginaria, sale bien cuando estás en un discurso, rodeado de gente, no en un debate a cara de perro con tu adversario, ya que hablar de una niña imaginaria después de haber debatido y hablado con gran agresividad, te hace parecer más gilipollas de lo que pareces.

A continuación voy a poner el discurso de Obama, en San Antonio, mucho más efectivo, ya que el candidato es demócrata y se preocupa por la gente desfavorecida.

Nosotros creemos que una niña que nazca hoy debería tener las mismas opciones independientemente de si nace en los barrios de San Antonio o en los suburbios de Saint Louis, o en las calles de Chicago o en las colinas de Appalachia.
Nosotros creemos que cuando vaya a la escuela por primera vez, debería ser en un lugar en el que las ratas no sean más numerosas que los ordenadores, que cuando solicite el pago de la universidad no haya ninguna barrera para que logre un título que le permita competir con niños en India o niños en China para los trabajos del siglo XXI.
También creemos que esos trabajos deberían conllevar salarios que puedan mantener a su familia, su atención sanitaria para cuando enferme, una pensión para cuando se jubile.

Luego añadió más al discurso en otro estado, pero en fin, recibió grandes aplausos, ese era el objetivo. Yo no le acercaría a un niño a Rajoy ni a 100 metros.

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